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De golpe, me despierto. Era la 11:32 de la mañana. Tuve que fijarme la hora exacta para maldecir la hora en que ese sueño tan hermoso llego a su fin. Vuelvo con muy pocos ánimos a la realidad de este domingo frío.
Con aires de despreocupación arranco mi día haciendo algunas cosas que tenía pendiente y que poco me importaban. Pero... pero en mi cabeza seguía la imagen nuestra de la mano y no podía menos que intentar seguir soñando, aunque esta vez despierto.
Terminando el día recibo una señal de vida suya a través de este bendito aparato al que el hombre decidió llamarlo celular. Pensé que estaba soñando de nuevo, pero no esta vez era real... (o al menos eso sigo pensando). Nuestro diálogo no paso de lo habitual pero esos aires de sueño sigueron en mi cabeza.
Franco Morales.-
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